Conocimiento Autotrascendente - Otto Scharmer

En el siguiente documento, Otto Scharmer se refiere a la distinción entre conocimiento tácito incorporado y explícito, y agrega un tipo adicional: el conocimiento autotrascendente
Este conocimiento se caracteriza porque aún no está incorporado, es una fuente para percibir, realizar e interactuar en oportunidades emergentes. Es un concepto ligado a la consciencia personal y la presencia psicológica. 
Es un artículo del año 2000, antecede a la publicación posterior de la Teoría U. Puede verse la relación con la evolución de la Gestión del Conocimiento.

Conocimiento auto-trascendente: percibir y organizarse en torno a oportunidades emergentes
Claus Otto Scharmer
Claus Otto Scharmer es Profesor Visitante en la Sociedad para el Aprendizaje Organizacional, MIT Sloan School of Management, Cambridge, MA, USA.

Resumen

El artículo introduce el concepto del conocimiento aún no incorporado o autotrascendente. El concepto de conocimiento autotrascendente propone una distinción entre los dos tipos de conocimiento tácito: el conocimiento tácito incorporado y el conocimiento aún no incorporado. La distinción es relevante porque cada una de estas tres formas de conocimiento: explícito, tácito incorporado y autotrascendente, está basada en supuestos epistemológicos y requieren un ambiente de conocimiento y una infraestructura de aprendizaje diferente. Por otra parte, la diferenciación entre mercados con rendimientos decrecientes, estables y crecientes, sugiere que para competir con éxito en mercados de retorno creciente, los líderes necesitan un nuevo tipo de conocimiento que les permita detectar, afinar y actualizar oportunidades de negocio emergentes, esto es, acceder a fuentes de conocimiento aún no incorporado.

Introducción

A lo largo del siglo XX, en las llamadas economías desarrolladas, la industria se transformó de una en la que en gran parte procesaba materias primas y dirigía la manufactura hacia una que principalmente procesa información y conocimiento (Teece, 1998)[1]. Como consecuencia, la lógica de competencia ha cambiado de mercados con rendimientos decrecientes a mercados con rendimientos crecientes dirigidos por ciclos de retroalimentación positiva (Arthur, 1996). Según Arthur, en los mercados de rendimientos crecientes, lo que vaya por delante tiende a que vaya todavía más por delante: “si las compañías basadas en el conocimiento están compitiendo en los mercados ganadores, entonces la gerencia se redefine como una serie de misiones para el próximo ganador tecnológico.” Bill Gates no es tanto un mago de la tecnología, dice Arthur, “sino un mago de la precognición, de discernir la forma del siguiente juego.” Arthur compara el nuevo juego competitivo en torno a los mercados y tecnologías emergentes, con los juegos de azar de los casinos, donde parte del juego es escoger qué juegos jugar:
Podemos imaginar las grandes figuras en alta tecnología, los Gates y Gerstners y Groves de sus industrias en un gran casino. En esta mesa, un juego está comenzando llamado multimedia. En esta otra mesa, un juego llamado servicios Web. En la esquina está la banca electrónica. Hay muchas mesas como estas. Se sienta solo. ¿Cuánto jugar? Pregunta. Tres billones, le dice el croupier. ¿Quién estará jugando? No sabemos hasta que aparezcan. ¿Cuáles son las reglas? Aquellas que emergan mientras el juego se desarrolla. ¿Cuáles son mis probabilidades de ganar? No podemos decirlo. ¿Todavía quiere jugar? (Arthur, 1996, p. 104).
Los líderes confrontados con esta cuestión enfrentan un nuevo desafío. El desafío es desarrollar la capacidad de “precognición”, la habilidad para percibir y realizar potenciales emergentes. Para hacerlo, los líderes deben ser capaces de ver las oportunidades emergentes antes de que se manifiesten en el mercado. Esta clase de conocimiento puede ser pensado como conocimiento tácito antes de su incorporación, o conocimiento “autotrascendente”.
El conocimiento autotrascendente – la habilidad para sentir y presenciar las oportunidades emergentes, de ver el devenir de lo nuevo – está asociado usualmente con los artistas, no con los gerentes de negocios. Por ejemplo, hay tres formas de mirar un pintor y su trabajo: uno puede ver, primero, la pintura terminada, segundo, uno puede mirar al pintor en el proceso de pintar, o tercero, uno puede mirar al pintor antes de levantar el pincel, mientras considera el lienzo en blanco. Cada perspectiva estructural ofrece un tipo distinto de acceso al trabajo del artista.
La pintura terminada es el reflejo explícito del trabajo del artista. El artista en el proceso de pintar ofrece una revelación del conocimiento tácito que entrega al trabajo. El artista frente a su lienzo en blanco siente la pintura emergiendo, al igual que Miguel Angel, hablando sobre su escultura famosa de David, percibió la figura emergente: “David ya estaba en la piedra. Solo quité todo lo que no era David”. La habilidad para ver a David donde otros solamente veían roca es lo que distingue a un verdadero gran artista. Lo mismo aplica a los líderes. Como dice J. Jaworski, fundador del Foro Americano de Liderazgo (ALF): “La capacidad para sentir y darse cuenta de las realidades emergentes distingue a los grandes líderes empresariales del resto.” (Jaworski y Scharmer, 2000). Hoy en día, los líderes se encuentran a ellos mismos cada vez más de pie frente a sus propios lienzos en blanco. Se enfrentan no solamente con el desafío de averiguar lo que en su entorno de negocios puede contener el nuevo “David” potencial – sino que también con cómo quitar todo lo que no es David. Para aprender a intuir la forma emergente, los líderes tienen que acceder a un nuevo tipo de conocimiento aún no incorporado.
Mientras la discusión sobre gestión del conocimiento de los 90s giró entorno a la interacción de dos formas de conocimiento – explícito y tácito (Nonaka and Takeuchi, 1995) - la propuesta subyacente de este ensayo es que la discusión de la década actual girará en torno a la interacción de tres formas de saber: conocimiento explícito, tácito y autotrascendente.
El propósito de este ensayo es introducir el concepto de conocimiento autotrascendente. El resto está organizado en siete secciones, en las cuales:
(1) introduce el concepto de conocimiento autotrascendente y discute las implicaciones en términos de;
(2) tipos de conocimiento;
(3) epistemología;
(4) basho;
(5) infraestructuras; y
(6) complejidad conversacional requerida;
(7) discute las sesiones precedentes.

(1) Conocimiento auto-trascendente: la otra cara del conocimiento tácito

En una reunión en 1997 en Palo Algo, California, Richard LeVitt, director de calidad de Hewlett Packard, explicó de dónde venía la calidad de HP y dónde lo vio:
En la primera etapa nos centramos principalmente en resultados de productos y resultados concretos como la confiabilidad del producto. Aunque estos son importantes, nos dimos cuenta que podíamos lograr más cambiando nuestro enfoque hacia arriba, hacia los procesos que preceden y producen resultados. La cuestión era, ¿Cómo podemos tener los procesos correctos? Esta etapa de gestión de calidad fue el corazón del movimiento TQM en los 80s.
Pero una vez que usted y sus competidores tienen los procesos correctos, la cuestión es, ¿Qué seguirá? ¿Cuál será la próxima base de ventaja competitiva? Para nosotros una nueva área central crítica es cómo los gerentes pueden mejorar la calidad de su pensamiento – especialmente su pensamiento profundo sobre los clientes y las experiencias que ellos deberían tener con nosotros.
La representación de LeVitt sobre el cambio de enfoque de HP desde los resultados hacia los procesos que producen esos resultados, y luego desde los procesos hacia las condiciones de pensamiento precedentes que permiten que esos procesos emerjan, corresponden con la analogía del pintor. Como el pintor, que usó un tipo de conocimiento distinto en cada etapa de su creación de una pintura, cada etapa de la gestión de calidad requiere un tipo distinto de conocimiento.
Al medir los resultados de calidad, los gerentes necesitan conocimiento explícito. Al mejorar la gestión de procesos como Gestión Total de la Calidad (TQM), el enfoque general es en el conocimiento en uso – esto es el conocimiento tácito. Sin embargo, cuando se avanza hacia el dominio ascendente de la calidad que describió LeVitt – mejorar las cualidades de la experiencia, de la consciencia y el pensamiento – un gerente debe acceder a un tipo diferente de saber. El se encuentra a sí mismo en la misma situación del artista. El apalancamiento para mejorar la calidad de pensamiento no se encuentra en las cosas que le rodean, sino dentro de sí mismo. La palanca está en la capacidad de su ser para ver el David escondido dentro de la piedra.
Figura 1 describe las tres formas de conocimiento usando el modelo del iceberg.
Figura 1 Tres formas de conocimiento

Sobre la línea del agua está el conocimiento explícito. El conocimiento explícito es el menos difícil de diseminar y distribuir. Bajo la línea del agua hay dos tipos de conocimiento tácito: el conocimiento tácito incorporado y el conocimiento autotrascendente. Las dos formas de conocimiento tácito son muy difíciles de diseminar y de transferir de una parte de la organización a otra.
El ejemplo de la tajada de pan puede ser usado para fundamentar estas distinciones. Ciertas clases de información sobre el pan – como su peso, precio e ingredientes – son ejemplos de conocimiento explícito. Las actividades de hornear y producir el pan son ejemplos de conocimiento tácito (Nonaka and Takeuchi, 1995), y el conocimiento que permite a un panadero particular inventar el pan horneado en primer lugar es un ejemplo del conocimiento aún no incorporado. Este conocimiento autotrascendente es conocimiento tácito antes de su incorporación en las prácticas del día a día.
La discusión sobre la gestión del conocimiento (GC) ha evolucionado históricamente en tres fases, cada una con un punto de vista dominante. Durante la fase I, el foco primario fue en el conocimiento explícito. La Gestión del Conocimiento giró en torno a las soluciones de tecnología de la información (TI). Desde este punto de vista, el conocimiento fue concebido como una cosa. Por lo tanto, el conocimiento podía ser reunido y almacenado en bancos de datos remotos y en sistemas TI. El conocimiento no es más que información y la gestión del conocimiento es el procesamiento de la información.
En la segunda fase, el proceso de creación de conocimiento tomó prioridad (Nonaka, 1991; 1994). Aquí el conocimiento fue concebido como conocimiento tácito, incorporado en la acción humana. El conocimiento, según Nonaka y Takeuchi (1995), no es una cosa sino un proceso. En esta fase, la Gestión del Conocimiento comenzó a girar en torno a la interacción entre el conocimiento tácito y el explícito. La creación del conocimiento evoluciona en un movimiento en espiral entre el conocimiento explícito e implícito sostenido por los individuos, equipos y la organización (Nonaka and Takeuchi, 1995).
Sin embargo, Nonaka y Takeuchi dejan una pregunta sin responder: ¿Cuál es la fuerza que impulsa la espiral del conocimiento en sí misma? La pregunta lleva directamente a la tercera fase de la Gestión del Conocimiento, que centra su atención en las condiciones del pensamiento que permiten que los procesos y el conocimiento tácito evolucionen en primer lugar. Ejemplos de esta forma de conocimiento son lo que Nonaka y Konno (1998) llaman “ba original”; a lo que von Krogh (1998) se refiere con su noción de “cuidado”; lo que Senge (1990) llama “maestría personal”; lo que Kappler (1993) llama “presencia”; y lo que Scharmer (1999) denomina conocimiento aún no incorporado.
Todos estos se refieren a un territorio de formación de conocimiento que está aguas arriba tanto del conocimiento explícito como del conocimiento tácito incorporado. Es la clase de conocimiento al que hace referencia Buber (1970) cuando hablaba de la palabra básica “Yo-Tu”, y Heidegger (1993) cuando hablaba sobre Ser como “venir de la ausencia a la presencia” y de la verdad como viniendo de lo “oculto hacia lo no-oculto”, y a lo que se refería el filósofo japonés Nishida cuando hablaba de “experiencia pura” (1990) y “acción-intuición” (1987). Todos estos académicos señalan un estado formativo de conocimiento que precede la separación de sujeto y objeto, o conocedor y conocido, como veremos en las siguientes sesiones.
Resumiendo, el concepto de conocimiento autotrascendente propone una distinción entre dos tipos de conocimiento tácito: el conocimiento tácito incorporado por un lado y el conocimiento tácito aún no incorporado por el otro. La distinción es relevante porque cada una de las tres formas de conocimiento – explícito, tácito incorporado y autotrascendente – está basada en supuestos epistemológicos distintos y requiere un tipo de infraestructura de conocimiento distinta, como se discute a continuación. Por otra parte, la diferenciación entre mercados con rendimientos decrecientes, estables y crecientes, los líderes necesitan un nuevo tipo de conocimiento que les permite “sentir y materializar lo que quiere emerger” (Jaworski y Scharmer, 2000) es decir, acceder a las fuentes de conocimiento aún no incorporado.

(2) Mapeo del paisaje del conocimiento en la organización

El modelo a continuación está basado en dos distinciones: una epistemológica y la otra ontológica (Nonaka and Takeuchi, 1995).
La distinción epistemológica diferencia entre tres formas de conocimiento: conocimiento explícito (K1), conocimiento tácito (K2: conocimiento en uso), y conocimiento autotrascendente (K3: conocimiento aún no incorporado).
La distinción ontológica diferencia entre cuatro niveles de acción colectiva (Scharmer, próximo):
(1) A1: entregar resultados que creen valor (desempeñar)
(2) A2: mejorar el contexto basado en proceso del desempeño (rediseñar)
(3) A3: mejorar el contexto de desempeño basado en suposición (reformular)
(4) A4: mejorar el contexto de desempeño basado en la intención (regenerar)
A1 representa la corriente de creación de valor enfocada en el cliente. Los otros tres niveles de acción representan capas subyacentes de contexto embebidas, de “actividades contextuales” que mejorar las condiciones para y la calidad de A1. La combinación de estas dos distinciones resulta en el modelo de 12 tipos de conocimiento  mostrado en la Table I[2].
Las distinciones epistemológicas entre las tres formas de conocimiento (explícito, tácito y autotrascendente) están representadas en las columnas K1, K2 y K3. Basados en la diferenciación entre las tres columnas (Tabla I), el desarrollo histórico de la gestión del conocimiento puede ser representado como una obra representada en tres actos.
Acto I: Conocimiento sobre Cosas. El Acto I toma lugar en una plataforma única. La llamaremos Escenario Uno. En este escenario, el conocimiento es concebido desde el punto de vista tradicional; el conocimiento es una cosa. Así el conocimiento puede ser reunido y almacenado en bancos de datos remotos y sistemas de Tecnología de Información. El conocimiento no es más que información. La visión tradicional del conocimiento basada en Tecnología de Información aún prevalece como la visión dominante en la mayoría de las instituciones contemporáneas. En las escuelas de negocio y universidades occidentales, por ejemplo, el énfasis central es en el conocimiento conceptual y explícito, no en construir habilidades y competencias para la acción. Ejemplos de esta clase de conocimiento son un balance general (saber-qué), reglas contables (saber-cómo) reportes basados en costeo basado en la actividad (saber –por qué) y la declaración de propósito de una compañía (saber-cómo). En todos estos ejemplos, el conocimiento está expresado en la misma estructura: como una pieza de información que está separada de la práctica o la realidad que denota.
Tabla I Doce tipos de conocimiento en las organizaciones K1:
Tipo de acción Epistemológica
K1
Conocimiento Explícito
K2
Conocimiento Tácito
K3
Conocimiento
Autotrascendente
A1: Desempeñar
Saber-qué
Conocimiento en uso
Reflexión en acción
A2: Rediseñar
Saber-cómo
Teoría en uso
Imaginación en acción
A3: Reformular
Saber- porqué
Metafísica en uso
Inspiración en acción
A4: Regenerar
Saber-quién
Etica / estética en uso
Intuición en acción

El desafío en esta etapa está relacionado con la relevancia (Johnson and Kaplan, 1991): ¿Cómo estos tipos de conocimiento explícito se relacionan y contribuyen con la capacidad para innovar y crear valor?
Acto II: Conocimiento sobre hacer cosas. El Acto II toma lugar como la interacción entre la acción sobre dos escenarios. En el segundo escenario, el conocimiento no es una cosa sino un proceso. El conocimiento es concebido como conocimiento tácito que está incorporado en la acción humana. Así el Acto II está basado en la interacción entre el conocimiento explícito (Escenario Uno) y el conocimiento tácito incorporado (Escenario Dos).
El Acto II está ampliamente basado en el trabajo de Nonaka (1991, 1994) y Nonaka y Takeuchi (1995). Dice Nonaka (1996, p. 668): “Lo que yo he encontrado fue que la teoría existente de procesamiento de información no es suficiente. El proceso de innovación no es simplemente procesamiento de información; es un proceso de captura, creación, aprovechamiento y retención de conocimiento”. En su teoría de la compañía creadora de conocimiento, Nonaka y Takeuchi presentan una visión de la creación de conocimiento que tiene en cuenta los dos “escenarios”- esto es, conocimiento explícito y tácito. El conocimiento se desarrolla a medida que circula entre formas de conocimiento explícitas y tácitas en una “espiral de conocimiento” evolutiva.
Hoy, el trabajo de Nonaka and Takeuchi's (1995) ha sido ampliamente aceptado como estado del arte. En esta visión, el conocimiento es un proceso vivo. Ejemplos de esta clase de enfoque de conocimiento en la superficie: conocimiento en uso (Lave and Wenger, 1991); teorías en uso (Argyris and SchoÈn, 1996); cultura y metarísica en uso (Schein, 1992; von Krogh and Roos, 1995); y estética en uso (de Monthoux, 1993; Scharmer, 1991). En todos estos ejemplos, el conocimiento es considerado como incorporado en la práctica situada (Orlikowski, 1996). No es externo a la realidad que describe sino en medio de ella (Polanyi 1966). Por lo tanto, el conocimiento no se trata de describir sino de recrear la realidad a la que se refiere (Argyris et al., 1985).
Sin embargo, el trabajo de Nonaka and Takeuchi's (1995) no responde aún una pregunta: ¿Cuál es la fuerza que impulsa la espiral en sí misma?
Acto III: El conocimiento sobre el pensamiento como el origen de hacer las cosas. La pregunta: ¿Cuál es la fuerza que impulsa la espiral del conocimiento? cambia el foco de atención a la tercera plataforma. En este escenario, el conocimiento está situado en una realidad incipiente, aún no recreada que es traída a la existencia mediante un acto de acción-intuición (Nishida, 1987; 1990) o presencia (Husserl, 1985; Heidegger, 1993). Los términos “acción-intuición” y “presencia” significan un estado mental que trasciende las distinciones entre “adentro” y “afuera”, entre “yo” y “tu”, y entre saber y actuar. El foco de atención está en el terreno común emergente desde el cual todas estas distinciones surgen en primer lugar. Así, el Acto III está basado en la interacción entre tres escenarios, sobre los cuales las formas de conocimiento explícito, tácito incorporado y aún no incorporado son recreadas simultáneamente. El conocimiento autotrascendente es el recurso más escaso y el más difícil de alcanzar. Hamel and Prahalad (1994) dan un ejemplo de cómo se relaciona con los otros dos escenarios de formación de conocimiento.
La competencia por el futuro puede ser ligada al embarazo. Como la competencia por el futuro, el embarazo tiene tres etapas – concepción, gestación y parto. Estas tres etapas corresponden en la competencia a previsión y liderazgo intelectual, competencia para acortar las trayectorias migratorios, y competencia por participación y posición de mercado. La última etapa de la competencia es el centro de los libros de estrategia y de los ejercicios de planeación estratégica. Típicamente, la suposición es que el concepto de producto o servicio está bien definido, y las fronteras de la industria se han estabilizado. Pero centrarse en la última etapa de la competencia basada en mercados, sin una comprensión profunda de la competencia pre-mercados, es como tratar de dar sentido al proceso de nacimiento sin ninguna comprensión de la concepción y la gestación. La pregunta que los gerentes deben plantearse a sí mismos en este punto es qué etapa recibe la mayor parte de nuestro tiempo y atención: ¿concepción, gestación o trabajo de parto y parto? Nuestra experiencia sugiere que la mayoría de los gerentes invierten una cantidad de tiempo desproporcionada en la sala de partos, esperando el milagro de nacimiento. Pero como todos sabemos, el milagro del nacimiento es casi imposible, a menos que haya habido alguna actividad nueve meses antes (Hamel and Prahalad, 1994, p. 46).

(3) Tres epistemologías subyacentes

El conocimiento explícito, tácito y autotrascendente, está basado en tres diferentes cuerpos de suposiciones epistemológicas –esto es, tres diferentes relaciones entre conocedor y conocido. (ver la Tabla II)
El conocimiento explícito captura el conocimiento sobre las cosas. El punto de datos es la realidad observada. El tipo de experiencia está basado en la observación. La conceptualización usualmente está basada en la reflexión sin acción. El criterio de verdad es la prueba, “¿Puede observarlo?” (Ver la Tabla II)
El conocimiento tácito incorporado captura el conocimiento sobre las cosas que hacemos (Nonaka y Takeuchi, 1995; Polanyi, 1966). El punto de datos es situado, representa la realidad. El tipo de experiencia está basado en la acción. Así capturar este tipo de conocimiento requiere “reflexión sobre la acción”, reflexionar sobre las propias acciones. El criterio definitivo para la verdad es, “¿Puede crearlo?” (Argyris et al., 1985).
El conocimiento aún no incorporado captura el conocimiento sobre las fuentes o “lugar” desde donde el pensamientoy la acción surgen. El foco está en el terreno primario desde el cual la acción humana surge en primer lugar. El punto de datos no es aún realidad representada (Fichte, 1982; Rosch, forthcoming). El tipo de experiencia está basado en experiencia estética o pura (Nishida, 1990). Con el fin de capturar este nivel de acción social aguas arriba, tenemos que involucrarnos en lo que SchoÈn (1983) llama “reflexión-en-acción”, en lo que Csikszentmihalyi (1990) denomina “flujo”, o en lo que Rosch llama conocimiento primario (1999). El criterio definitivo para la verdad es la prueba, “¿Puede sintonizarse y presenciarlo?” (Rosch, 1999; Scharmer, 2000).
Las tres formas de conocimiento – explícito, tácito incorporado y autotrascendente- constituyen tres instancias epistemológicas funtamentalmente diferentes – esto es, tres modos de relación distintas entre el conocedor y lo conocido. Cada forma de conocimiento se relaciona con la realidad que describe desde un diferente punto de vista.
El conocimiento explícito se relaciona con la realidad que denota desde afuera. La frase “este pan cuesta un dólar” no permite que el conocedor realmente produzca la cosa (pan) que el conocimiento significa. El conocedor produce una declaración al respecto, pero no puede traer a la existencia lo conocido. Deste este punto de vista, el conocimiento representa y denota una cosa.
Tabla II Tres epistemologías
Epistemología
K1
Conocimiento Explícito
K2
Conocimiento Tácito Incorporado
K3
Conocimiento
Tácito
Auto-Trascendente
Tipo de conocimiento
Conocimiento sobre cosas
Conocimiento sobre hacer cosas
Conocimiento sobre orígenes de pensamiento para hacer cosas
Datos
Realidad externa
Realidad representada
Realidad aún no representada
Tipo de experiencia
Experiencia de observación
Experiencia de acción
Experiencia estética
Indice acción-reflexión
Reflexión sin acción
Reflexión sobre acción
Reflexión en acción
Verdad
Realidad coincidente
Produce realidad
Presencia realidad
Criterio de verdad
¿Puede observarlo?
¿Puede producirlo?
¿Puede presenciarlo?
Perspectiva
Externa: Visión sobre una realidad objetiva
Interna: Visión sobre una realidad representada
Visión sobre una realidad aún no representada
Relación sujeto-objeto
Separación
Unidad (después de la acción)
Unidad (en acción)

El conocimiento tácito incorporado se relaciona con la realidad que significa desde adentro. Aquí el conocedor no habla sobre el pan sino que realmente hornea y produce el pan. El conocimiento tácito permite al conocedor producir y traer a la existencia lo conocido. Desde este punto de vista, el conocimiento denota no una cosa sino un proceso vivo.
El conocimiento autotrascendente se relaciona con la realidad tanto desde dentro como desde fuera. El lugar de la realidad indicada (fuera del conocedor en el caso de conocimiento explícito y dentro en el caso de conocimiento tácito incorporado) está tanto fuera como dentro del conocedor. O, como Nishida lo expresa, no está ni fuera ni dentro del conocedor (Nishida, 1990). Deste este punto de vista, el conocimiento emerge desde un basho, un campo o espacio compartido que da origen al proceso de poner en acción el conocimiento tácito en primer lugar (Nishida, 1987; Nonaka and Konno, 1998). Esta postura epistemológica es replicada en el próximo trabajo de Rosch quien habla sobre el conocimiento primario de la consciencia de la sabiduría. La mente y el mundo, dice el psicólogo cognitivo Rosch, no están separados sino que son dos aspectos del mismo campo subyacente.
Resumiendo, el conocimiento explícito está basado en la separación del conocedor y lo conocido, mientras que las dos formas de conocimiento tácito están basadas en la unidad de sujeto y objeto. Sin embargo, esta unidad difiere en una forma impotante. La diferencia reposa en el lugar desde el cual el Ser concibe la unidad del sujeto y objeto (acción). En el caso de conocimiento tácito incorporado, el ser concibe esta acción después del hecho – reflexión sobre la acción. En el caso de conocimiento autotrascendente, el ser concibe su acción mientras actúa. Debido a que las experiencias estéticas son con frecuencia descritas como estando simultáneamente dentro de uno mismo (acción) y fuera de uno mismo (observación), los diferentes tipos de conocimiento autotrascendente clasifican como experiencia estética genuina [3].

(4) Tres bashos, tres metamorfosis

El cambio desde la segunda (K2) a la tercera (K3) epistemología esto es, desde organizarse entorno al conocimiento tácito incorporado hacia organizarse en torno al conocimiento no incorporado, no es solamente un problema en las prácticas de vanguardia en gestión del conocimiento, como lo veremos más adelante, sino que también está en juego la transición filosófica contemporánea desde modos de pensar, “moderno” hacia “post-moderno”. En el corazón de este tema subyacente de la filosofía del siglo XX y en el centro del pensamiento de Martin Heidegger, Edmund Husserl, Kitaro Nishida, y Friedrich Nietzsche, es una forma fundamentalmente diferente de sentir, aproximarse y concebir la realidad.
Martin Heidegger comienza con la cuestión: “¿Por qué hay seres, y porqué no más bien nada?” (Heidegger, 1993). Con esta cuestión Heidegger trata de concebir la realidad desde un lugar de origen, desde un espacio en el cual el ser emerge de la nada. Este lugar permite a Heidegger aproximarse a la realidad desde una manera radicalmente distinta. Desde este punto de vista, la realidad no es simplemente “allá afuera”. En cambio, la realidad es extraída desde la ausencia hacia la presencia, desde el encubrimiento hacia lo expuesto. El proceso de “presencia” y descubrimiento de la realidad es la esencia del verdadero pensamiento.
Kitaro Nishida articuló el mismo giro desde un punto de vista Oriental. En Una Investigación sobre lo Bueno, articula el lugar y punto de inicio de su filosofar como “experiencia pura”. La experiencia pura, de acuerdo con Nishica (1990), tiene tres propiedades definitorias. Primero, precede las sistinción sujeto-objeto; segundo, concibe la realidad desde adentro y tercero, logra una unión de conocimiento, sensación y volición. La realidad, de acuerdo con Nishida, es el auto-desarrollo de un sistema único. La realidad es aquello “lo que constituye en sí mismo un sistema único.” El unificador de la realidad es el ser. Este ser no es una cosa sino una actividad. La actividad en la cual el ser se une con cosas es llamada amor. Por lo tanto, el conocimiento real está basado en la unidad de sujeto y objeto – esto es, en el amor (Nishida, 1990).
En sus últimos trabajos, Nishida extendió su noción de experiencia pura en su idea de auto consciencia y más tarde a su  noción de “basho”, campo o espacio compartido. El basho de Nishida nunca es un sujeto o un objeto sino un lugar o campo de relaciones emergentes. O, como Carter (1997) lo expresa, “basho es la intuición dada antes del análisis y la expresión de objetivación.” Basho es el lugar / campo / sistema primordial que da lugar al conocimiento y al conocer. Nishida distingue tres tipos de bashos que corresponden con las tres formas de conocimiento presentadas anteriormente (Carter, 1997; Wargo, 1972).
El primer basho universal es lo que Nishida llama el “universal de juicio”. Se refiere y da origen al contenido de juicio y conocimiento. El segundo basho universal es lo que Nishida denomina el “universal de auto-consciencia”. Este basho es más fundamental y contiene al primer basho. El segundo basho se enfoca en cómo el contenido de juicio (primer basho) surge en la consciencia y la auto-consciencia en primer lugar. Reflexiona sobre la relación y la actividad del ser con el contenido del juicio. El tercer basho es el campo más profundo y fundamental. Llamado “el universal inteligible”,  envuelve los primeros dos y mueve la atención desde el ser y la auto-consciencia hacia actos de consciencia en los cuales el ser ya no es el foco.
Los tres bashos universales de Nishida se relacionan con las tres formas y espistemologías del conocimiento como sigue. El primer basho corresponde con K1, la epistemología del conocimiento explícito en la medida en que se enfocan en cosas objetivas en el mundo exterior. El segundo basho corresponde con K2, la epistemología de conocimiento tácito incorporado en la medida en que los dos se centran en la relación entre el contenido y el ser, es decir, en el proceso de llegar a ser del contenido. Los dos se basan en reflexión sobre la acción. El tercer basho corresponde con la epistemología de conocimiento autotrascendente en la medida en que los dos se enfocan en lo que trasciende el ser actual hacie el terreno común último (fuente) que es anterior a las distinciones sujeto-objeto. Los dos están basados en la reflexión en acción (SchoÈn), “acción-intuición” (Nishida), o a lo que Rosch se refiere como “conocimiento primario”.
El conocimiento primario, de acuerdo con Rosch, difiere de nuestra manera estándar de cognición en que sabe:
por medio de totalidades interconectadas (en lugar de partes aisladas contingentes) y por medios de presentación directa atemporal (en lugar de mediante representaciones almacenadas). Dicho conocimiento es “abierto”, en lugar de determinado; y una sensación de valor incondicional, en lugar de utilidad condicional, es una parte inherente del acto de conocer en sí mismo. Se afirma que la acción desde la consciencia es espontánea, en lugar que el resultado de la toma de decisiones; es compasiva, siempre que está basada en totalidades mayores que en el ser; y pude ser asombrosamente efectiva (Rosch).
Cerremos la investigación filosófica del conocimiento autotrascendente con una cita de Así Habló Zaratustra de Nietzsche. El pasaje trata de las tres metamorfosis del espíritu. Estas pueden ser leídas como incorporaciones del movimiento a través de los tres bashos discutidos anteriormente:
Tres transformaciones del espíritu os menciono: cómo el espíritu se convierte en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño. Hay muchas cosas pesadas para el espíritu, para el espíritu fuerte, paciente, en el que habita la veneración: su fortaleza demanda cosas pesadas, e incluso las más pesadas de todas.
¿Qué es pesado?" pregunta el espíritu paciente, y se arrodilla, igual que el camello, y quiere que se le cargue bien.
¿Qué es lo más pesado, oh héroes?", pregunta el espíritu paciente, "para que yo cargue con ello y mi naturaleza se regocije".
¿Acaso no es humillarse para hacer daño a la propia soberbia? ¿Hacer brillar la propia tontería para burlarse de la propia sabiduría?
¿O acaso es apartarnos de nuestra causa cuando ella celebra su victoria? ¿Subir a altas montañas para tentar al tentador?
¿O acaso es alimentarse de las bellotas y la hierba del conocimiento y sufrir hambre en el alma por amor a la verdad?
¿O acaso es estar enfermo y enviar a paseo a los consoladores, y hacer amistad con sordos, que nunca oyen lo que tú quieres?
¿O es sumergirse en agua sucia cuando ella es el agua de la verdad, y no apartar de uno mismo las frías ranas y los calientes sapos?
¿O es amar a quienes nos desprecian y tender la mano al fantasma cuando quiere causarnos miedo?.
Con todas estas cosas, las más pesadas de todas, carga el espíritu paciente: semejante al camello que corre al desierto con su carga, así corre él a su desierto.
Pero en lo más solitario del desierto, tiene lugar la segunda transformación: en león se transforma aquí el espíritu; quiere conquistar su libertad como se conquista una presa, y ser señor en su propio desierto.
Aquí busca a su último señor: quiere convertirse en enemigo de él y de su último dios, con el gran dragón quiere pelear para conseguir la victoria.
¿Quién es el gran dragón, al que el espíritu no quiere seguir llamando señor ni dios?  "Tú debes" se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice: "yo quiero".
"Tú debes" le cierra el paso, brilla como el oro, es un animal escamoso y en cada una de sus escamas brilla áureamente el ¡"Tú debes"! Valores milenarios brillan en esas escamas, y el más poderoso de todos los dragones habla así: "Todos los valores de las cosas brillan en mí". "Todos los valores han sido ya creados, y yo soy todos los valores creados. ¡En verdad, no debe seguir habiendo ningún: "Yo quiero". Así habla el dragón.
Hermanos míos, ¿para qué se precisa que exista el león en el espíritu? ¿Por qué no basta la bestia de carga, que renuncia a todo y es respetuosa?
El león no es capaz de crear nuevos valores: pero crearse libertad para un nuevo crear, eso sí es capaz de hacerlo el poder del león.
Crearse libertad y un "NO" como respuesta incluso frente al deber: para ello, hermanos míos, hace falta el león.
Tomarse el derecho de crear nuevos valores es el deber más horrible para un espíritu paciente y respetuoso. En verdad, eso es para él robar, y cosa propia de un animal de rapiña.
En otro tiempo el espíritu amó el "tú debes" como su cosa más santa: ahora tiene que encontrar ilusión y capricho incluso en lo más santo, de modo que robe el quedar libre de su amor: para ese robo se precisa el león.
Pero decidme, hermanos míos, ¿qué es capaz de hacer el niño que ni siquiera el león ha podido hacerlo? ¿Por qué el león rapaz tiene que convertirse todavía en niño?... Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento, un santo decir "Sí".
Sí, hermanos míos, para el juego del crear se precisa un santo decir "Sí": el espíritu quiere ahora su voluntad, el retirado del mundo conquista ahora su mundo.
Tres transformaciones del espíritu os he mencionado: cómo el espíritu se convirtió en camello, y el camello en león, y el león, por fin, en niño.
Así habló Zaratustra.
 (Nietzsche, 1982, pp. 137-40).
En la primera metamorfosis el espíritu se convierte en un camello al someterse completamente a la realidad externa, resistiendo lo que sea necesario: ¿Qué es lo más pesado, oh héroes?", pregunta el espíritu paciente, "para que yo cargue con ello y mi naturaleza se regocije". El camello se relaciona con la realidad desde afuera, lo que es isomórfico con cómo el conocimiento de la primera epistemología (y el primer basho) se relaciona con la realidad que ellos denotan: desde afuera.
En la segunda metamorfosis el camello se vuelve un león. En el desierto más solitario el espíritu encuentra al gran dragón, cuyo nombre es “tu debes”, pero el espíritu del león dice “yo quiero”. Moverse de “tu debes” a “yo quiero” cambia el origen de la acción desde una realidad que está basada externamente hacia una que está basada internamente. El león se relaciona con su realidad basada en su voluntad desde adentro, que es isomórfico con cómo el conocimiento de la segunda epistemología (o basho, respectivamente) se relaciona con la realdiad que denota: desde adentro.
En la tercera metamorfosis el león finalmente se convierte en un niño: “Inocencia es el niño, y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma, un primer movimiento". Moverse desde un No sagrado hacia un Si sagrado cambia una vez más el modo de relación entre el ser y la realidad, o el conocedor y lo conocido. Con el fin de involucrarse en “un nuevo comienzo, un juego, una rueda que se mueve por sí misma”, el ser tiene que trascender el ser inferior del león, atrapado en su propio “yo quiero”, para alcanzar el movimiento emergente de la rueda auto propulsada. La manera en la que el niño se relaciona con su “Si sagrado” es isomórfica con cómo el conocimiento (conocedor) de la tercera epistemología se relaciona con la realidad (lo conocido): tanto desde afuera como desde adentro al mismo tiempo, o como Rosch lo expresa, como dos aspectos del mismo campo primario.

(5) Infraestructura de aprendizaje: la espiral triádica de la creación del conocimiento

¿Qué tiene que ver todo esto con Gestión del Conocimiento?
Todo. Compañías, consultores, entrenadores y escuelas de negocio usualmente tienen prácticas bien desarrolladas sobre cómo gestionar y diseminar conocimiento explícito, prácticas ligeramente menos sofisticadas sobre cómo gestionar y diseminar el conocimiento tácito incorporado y prácticas relativamente poco dearrolladas sobre cómo gestionar y diseminar formas de conocimiento autotrascendente. De hecho el mismo término “gestionar el conocimiento” parece inapropiado en este punto. La Gestión del conocimiento es un término típico del “escenario uno”. Podemos gestionar bancos de datos. Pero no podemos gestionar la experiencia humana.
Aquí distingo entre tres tipos de infraestructuras de aprendizaje.
Las Infraestructuras de aprendizaje de Tipo I están basadas en un proceso unidimensional. Las infraestructuras de aprendizaje de Tipo I incluyen sitios Web, bases de datos electrónicas, películaes, libros y otras formas de medios auto-servicio. Estas infraestructuras de aprendizaje son ideales para diseminar conocimiento explícito y son fácilmente escalables y replicables.
Las Infraestructuras de aprendizaje de Tipo II están basadas en procesos bidimiensionales que se construyen en la interacción entre acción y reflexión sobre la acción (Kolb, 1984). Ehemplos de infraestructuras de Tipo II son toda clase de estructuras paralelas en las cuales los practicantes reflexionan y aprenden de su propia experiencia de una manera regular y repetitiva. Schein (1995), por ejemplo, describe las insitutciones del Consoricio de Aprendizaje MIT como un conjunto de estructuras paralelas de aprendizaje dentro y entre compañías. Las ingraestructuras de aprendizaje de Tipo II son necesarias en todos los sistemas que se centran en aflorar y diseminar conocimiento tácito a través de experiencias compartidas. Dado que la reflexión sobre la acción usualmente requiere tiempo compartido y espacio compartido entre un grupo de profesionales, las infraestructuras de aprendizaje Tipo II tienden a ser mucho más costosas y difíciles de escalar y replicar.
Las infraestructuras de aprendizaje de Tipo III están basadas en procesos tridimensionales que se construyen sobre la interacción entre la acción compartida (praxis), reflexión compartida y la formación de voluntad compartida (Scharmer, 1999; Senge y Scharmer, 1997). Las infraestructuras de Type III permiten a los practicantes ir repetidamente a través del ciclo completo de praxis compartida, reflexión compartida y formación de voluntad compartida, la cual conduce una vez más a una nueva praxis. Debido a que la emergencia del conocimiento tácito – reflexión compartida – y del conocimiento autotrascendente – formación de una voluntad compartida – requiere una calidad muy alta de tiempo y espacio compartido, las infraestructuras de aprendizaje de Tipo III son las más costosas y difíciles de alcanzar. La Figura 2 representa la espiral de conocimiento tridimensional que permite organizar y generar estrategias en torno al conocimiento aún no incorporado. Por ejemplo, una compañía global de sistemas de salud lleva a su equipo de liderazgo a reuniones de tres días fuera de la sede cada seis meses. En estas reuniones, los gerentes interactúan en las siguientes tres actividades: reflexionan sobre sus experiencias e identifican aprendizajes clave; trabajan para descubrir lo que realmente motiva cada individuo y utilizan este conocimiento para redefinir la agenda de la acción para los meses siguientes.

Figura 2 La espiral de creación de conocimiento autotrascedente

Entre más distribuidas se vuelvan las organizaciones y redes de colaboración, las estructuras de aprendizaje Tipo III tienden a ser más críticas, porque la praxis compartida, la reflexión compartida y la formación de voluntad compartida son el pegamento que mantiene unidas y en sincronía a las redes distribuidas.
La praxis compartida es todo lo que las personas hacen juntas. Todas las “comunidades de práctica” (Wenger, 1998) evolucionan en torno a lo que las personas hacen juntas. Todos los que han atravesado una “experiencia de acción” real con otros sabe que después de tal evento la naturaleza de su relación es diferente. Sin embargo, la mayoría de los equipos virtuales no califican para experiencia compartida. El trabajo distribuido no crea comunidad. La experiencia compartida lo hace. Solamente cuando un trabajo distribuido es percibido como un cuerpo de acción compartido puede evolucionar y manifestarse la naturaleza de la comunidad.
La reflexión compartida incluye todas las experiencias compartidas y la expresión de sus temas subyacentes, confusiones y preguntas. Todas las “comunidades de reflexión” giran en torno a lo que las personas reflexionan y piensan juntas. Sin embargo, la mayoría de las discusiones y grupos de discusión no califican como reflexión compartida o comunidades de reflexión. La discusión abstracta y la simple transacción de actos de habla no crean comunidad. La reflexión compartida sobre experiencias comunes lo hace. Solamente cuando las discusiones abstractas se vuelven cuarpos de reflexión compartida puede evolucionar y emerger la naturaleza intangible de la comunidad.
La formación de voluntad compartida es la más rara y menos tangible de las tres fuentes de creación de comunidades en red. Esto sucede en conversaciones en las cuales los participantes dan forma y articulan una intención común. Las “Comunidades de compromiso” (Kofman and Senge, 1993) y las “comunidades de creación” giran en torno a lo que las personas les interesa y desean crear juntas. Sin embargo la mayoría de discusiones sobre establecer objetivos y metas no califican como la formación de voluntad compartida. Las negociaciones sobre metas y objetivos no crean comunidad. La formación de voluntad compartida si lo hace. La diferencia entre las dos es que la primera es un proceso de una etapa y la última es un proceso de cuatro etapas.
Negociar objetivos comienza donde termina: con negociación de objetivos. La voluntad compartida comienza con una realidad subjetiva y termina con realidades objetivas. La formación de voluntad compartida comienza con la expresión de experiencias invidivuales (Fase I: perspectivas individuales); continúa con la reflexión sobre temas comunes, preguntas y patrones que subyacen las diferentes perspectivas individuales (Fase II: diálogo); prosigue con descubrir lo que les interesa realmente a los participantes individuales y lo que ellos realmente desean crear (Fase III: reconceptualización del propósito) y finaliza con un acuerdo sobre los puntos de apalancamiento y los compromisos para actuar (Fase IV: objetivos).
Aquí lo que parece ser lo mismo, la negociación de objetivos y la formación de una voluntad compartida, no lo es. La primera comienza y termina con objetivos y realidades objetivas. La última es un proceso que utiliza el ojo de la aguja de la individualidad para moldear la voluntad colectiva dentro de una nueva escultura social (Beuys, 1992). Comienza con realidades intrasubjetivas (Fase I), continua con realidades intersubjetivas (Fase II) y realidades trans-subjetivas (Fase III), y concluye con la redefinición de realidades objetivas(Fase IV). Solamente cuando las discusiones abstractas de los objetivos grupales se confierten en cuarpos compartidos de voluntad colectiva puede ser realizada la más intengible esfera de creación de comunidad. (Scharmer).
Resumiendo, los principios centrales que subyacen a las infraestructuras de aprendizaje Tipo III son aquellas de totalidad y movimiento. Estas entrelazan e integran tres dominios al:
(1) convertir el trabajo distribuído en experiencia compartida:
(2) convertir las discusiones abstractas en reflexión compartida; y
(3) convertir la negociación de objetivos en la formación de voluntad compartida.
Los tres representan aspectos de un proceso único subyacentes: el proceso de creación de conocimiento autotrascendente.

(6) Lógica de campo de lenguajear: complejidad conversacional requerida

El tema más crítico que afecta el éxito o fracaso de las infraestructuras de conocimiento es si la comunicación en uso tiene la complejidad conversacional requerida para acceder al tipo de conocimiento en particular. Muchos sistemas de Gestión del Conocimiento fallan porque no cumplen este criterio. Sin la capacidad de diálogo, por ejemplo, los equipos son incapaces de expresar sus suposiciones tácitas, que dan por sentado cómo funciona la realidad.
El modelo en la Figura 3 describe un proceso arquetipo que he visto en muchos escenarios gerenciales y organizacionales y desarrollado mediante muchas experiencias de consultoría, de investigación-acción y de construcción de comunidad (Scharmer). El modelo se basa en cuatro etapas genéricas y lógicas de campo de escucha y lenguaje.
Dentro de cada una de las cuatro diferentes lógicas de campo, las personas se relacionan en un nivel diferente de complejidad conversacional utilizando diferentes clases de estructuras de lenguaje:
(1) en la lógica de campo I hablando amablemente o utilizando juegos de lenguaje que reproducen reglas.
(2) en la lógica de campo II hablando fuerte, o usando juegos de lenguaje que revelan reglas.
(3) en la lógica de campo III usando el diálogo reflexivo, o juegos de lenguaje que intuyen reglas.
(4) en la lógica de campo IV usando diálogo generativo o juegos de lenguaje que generan reglas.
Las cuatro lógicas de campo difieren en dos dimensiones (ver Figura 3).
Primero, los actos del habla son ya sea auto-reflexivos o no-auto-reflexivos, esto es, se refieren al ser que está hablando o no lo hacen. Un ejemplo de un acto del habla no-auto-reflexivo es: “estamos en problemas porque los nuevos competidores chinos no juegan conforme a las reglas del juego”. Un ejemplo de un acto de habla reflexivo es: “Estamos en problemas porque fallamos en enfrentar el desafío de los nuevos competidores chinos”.
Segundo, los actos del habla respectivos difieren en que ellos son guiados ya sea por la primacía de la totalidad – en la cual el foco está en la unidad- o por la primacía de las partes – en la cual el foco está en las diferencias.
A lo largo del ciclo total, la conversación se mueve a través de cuatro lógicas de campo de los actos del habla representados. Cada acto de habla se relaciona de forma distinta con las reglas subyacentes del juego del lenguaje. La repetición de reglas – hablar amablemente-, la revelación de reglas – hablando rudo -, la intuición de reglas – diálogo reflexivo – y la generación de reglas – diálogo generativo- los actos del habla producen distintas clases de conversación, cada una de los cuales permite a los participantes acceder y comunicar distintos tipos y capas de conocimiento y de saber.

Figura 3 Cuatro Lógicas de Campo del Lenguaje 


Cada una de las formas de conocimiento previamente discutidas requiere un nivel diferente de complejidad conversacional con el fin de acceder a él y ser diseminado en las organizaciones. El requisito de complejidad conversacional para crear y diseminar el conocimiento K1 usualmente tiende hacia la segunda lógica de campo de comunicación (hablar fuerte). Con el fin de acceder y diseminar la dimensión tácita del conocimiento en uso (K2) a lo largo de las organizaciones, la complejidad conversacional debe moverse un cuadrante arriba, hacia el diálogo reflexivo (Figura 3). Finalmente con el fin de acceder y facilitar la dimensión aún no incorporada del conocimiento, la complejidad conversacional requerida una vez más se mueve un cuadrante arriba, hacia el diálogo generativo (Figura 3). Sin la capacidad para el diálogo generativo, los equipos son incapaces de acceder en las fuentes de conocimiento imaginativo, inspirador e intuitivo. Sin la cuarta lógica de campo de lenguajear ellos pierden la capacidad para innovar “sintiendo y realizando lo que quiere emerger” (Jaworski and Scharmer, 2000).
El desafío del liderazgo es ayudar a los equipos e instituciones para “despegarse” del  primer cuadrante (hablar amablemente) e incrementar su capacidad para moverse hacia arriba sobre los cuatro cuadrantes y lógicas de campo de acción conversacional. ¿Que clase de intervenciones o actos del lenguaje pueden ayudar a los líderes a mover el campo de lógica hacia arriba?
Para cambiar el campo de lógica I al campo de lógica II, la principal palanca se basa en reconectar lo que pensamos con lo que decimos. El trabajo de Argyris (1992) sobre acceder a la “columna de la mano izquierda” se centra en estas clases de intervenciones. Un ejemplo de esta clase de intervención sería crear un espacio que permita a los participantes articular visiones opuestas y confrontar problemas difíciles. Ningún aprendizaje o creación de conocimiento genuina ocurrirá nunca sin mover el lógica de campo desde el primer al segundo cuadrante, pues en lógica de campo I solamente reproduzco lo que ya sé.
El principal apalancamiento en la lógica de campo III se basa en reconectar lo que pensamos y decimos con lo que hacemos. El trabajo de Argyris y Shoen (1996), Schein (1992, 1993), Isaacs (1993) y Srivastva y Cooperrider (1990) aborda esta cuestión y se centra en “aprendizaje de doble bucle” (Argyris and SchoÈn), “en las suposiciones que se dan por hecho” (Shein), “contenedores de conversación” (Isaacs) y en la “indagación apreciativa” (Srivastva y Cooperrider)
El principal apalancamiento al pasar del la lógica de campo III a la IV se basa en reconectar lo que pensamos, decimos y hacemos con lo que vemos.
Ejemplos de este raro evento son difíciles de resumir. Algunas veces ocurren después de muchos días de trabajo compartido como una quietud intencional o silencio sagrado (Isaacs, 1999). El problema es cómo moverse desde el diálogo reflexivo – esto es, desde el hablar que gira en torno al conocimiento tácito incorporado hacia el espacio emergente de presencia (Husserl, Heidegger) y acción-intuición (Nishida) – esto es, hacia la dimensión autotrascendente del conocimiento.
Las cuatro lógicas de campo representan cuatro atractores genéricos que definen las reglas según las cuales el drama de la conversación humana se desarrolla. Ellos difieren en el grado de complejidad que son capaces de capturar y representar. Mientras más equipos y compañías aprendan a moverse cómodamente a través de todos los cuatro cuadrantes de las lógicas de campo de acción conversacional, tendrán más éxito en convertir sus relaciones con los cliente en cuerpos compartidos de imaginación, inspiración e intuición, para innovación continua y radical.
7. Discusión Final: Acercando su ser a la realidad
¿Qué nuevas comprensiones agrega a la discusión la distinción entre dos tipos de conocimiento tácito, incorporado y aún no incorporado? ¿Por qué no solo usar la distinción antigua entre explícito y tácito?
Hemos discutido cinco áreas diferentes en las cuales la distinción entre conocimiento tácito incorporado y conocimiento autotrascendente agrega de hecho nuevas ideas:
(1) Epistemología. El argumento teórico es que el conocimiento tácito incorporado y el conocimiento autotrascendente están basados en distintas epistemologías y, como se discutió antes, diferentes bashos.  Lo que Nishida llama el segundo basho, la autoconsciencia universal, corresponde con la epistemología del conocimiento tácito incorporado en que los dos se enfocan en la relación entre contenido y ser, o conocedor y conocido, respectivamente. Los dos se basan en la reflexión sobre la acción. El tercer basho, el universal inteligible, corresponde a la epistemología del conocimiento autotrascendente en que los dos se centran en aquello que trasciende el Ser actual hacia el último terreno común que es anterior a las distinciones sujeto-objeto. Los dos se basan en la reflexión en la acción, o como Nishida lo pone, “acción-intuición”.
(2) Praxis. El argumento práctico es que la gestión y la nutrición del conocimiento tácito y autotrascendente requiere que los gerentes creen diferentes tipos de entornos e infraestructuras de aprendizaje. El conocimiento tácito requiere infraestructuras Tipo II, que están basadas en la interrelación de acción y reflexión sobre la acción. El conocimiento autotrascendente requiere una infraestructura Tipo III que evoluciona durante la interacción de la acción compartida, la reflexión compartida y la formación de una voluntad compartida. Así los gerentes diseñan e interactúan en diferentes tipos de procesos, dependiendo de si se organizan en torno a conocimiento tácito o conocimiento aún no incorporado.
(3) Complejidad conversacional requerida. La complejidad conversacional necesaria difiere no solamente para el conocimiento explícito y tácito, sino también para el conocimiento tácito y el conocimiento autotrascendente. Mientras que el conocimiento tácito requiere diálogo reflexivo como la mínima condición de complejidad conversacional (lógica de campo III), el conocimiento autotrascendente necesita diálogo generativo para surgir en las conversaciones (lógica de campo IV).
(4) Estrategia: El conocimiento autotrascendente importa porque dentro de una competencia creciente basada en el retorno, nada cuenta más que la precognición - es decir, la habilidad para sentir y organizarse en torno al conocimiento aún no incorporado.
(5) Ser. “Ba puede también ser pensado como el reconocimiento del ser en todo'', escribe Nonaka y Konno (1998). Me gustaría hacer eco a esta declaración desde una perspectiva Fichteana: Ba puede también ser pensado como el espacio que le permite a usted traer su Ser a la realidad. Las dos secuencias, reconociéndose a sí mismo en lo que le rodea y trayendo su Ser a la realidad, son parte de un ritmo respiratorio social mayor que mantiene a las sociedades vivas a través de generaciones y civilizaciones. La esencia de este ritmo respiratorio se refiere a la capacidad del Ser para trascender y saltar más allá de las fronteras de la propia organización actual.

Hay evidencia teórica y práctica de que el concepto de conocimiento autotrascendente constituye un tipo de conocimiento sui-generis. A medida que la economía mundial se mueve hacia la lógica de aumentar retornos y, como consecuencia, el desafío del liderazgo se convierte en estar “frente a un lienzo en blanco”, la capacidad de percibir y actualizar el conocimiento autotrascendente resultará ser la fuente más crítica de la ventaja competitiva futura.



Fuente: https://www.presencing.com/resources/self-transcending-knowledge-sensing-and-organizing-around-emerging-opportunities
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